LOGÍSTICA PARA EXPEDICIONES EN PENINSULA MITRE

Hace 4 años, empezamos a realizar expediciones a la Península Mitre. Le decimos Expedición porque se entiende que se realizan a un punto distante y de forma colectiva, con un fin deportivo y de exploración. Lo distante y colectivo implica una importante logística. Siempre solemos contar la experiencia, y no la previa o el backstage. Sin embargo, es fundamental que esta planificación y logística sea eficiente para el éxito de una expedición.
En el caso particular de MITRE, teníamos que tomar en cuenta el factor económico. Para que la expedición sea accesible , la planificación tiene que tener un costo controlado. Y accesible no significa barato. Ninguna expedición sería lo puede ser.
Para que se pueda entender, la Península MITRE es un lugar remoto, de difícil acceso a medida que vas avanzando, con muchos ríos que hay que vadear. Por otro lado es una reserva natural, pero sin ninguna infraestructura, ni guardaparques ni plan de rescate. También es lo que hace que este lugar sea atractivo para profesionales de la guiada en montaña o zona agreste: porque no todo está bajo control.
Nuestro destino más aventurero es Bahía Aguirre. Más bien Puerto Español. Hacemos dos grupos. Uno camina desde Moat y llega a Aguirre caminando, descansa, se sube al velero y vuelve a Ushuaia. Mientras este mismo velero deja a otros caminantes que vienen de Ushuaia para hacer la caminata en el sentido contrario.
Bahía Aguirre se encuentra a 6 días de caminata de Moat donde termina la ruta Complementaria J. Moat está a 3 horas de ruta de Ushuaia sobre la costa del Canal Beagle. Nuestras etapas normales son de 7 a 9 horas. Para llegar a destino tenemos que realizar varios vadeos de ríos, 2 de ellos pueden realmente complicarse si hay crecida. A nuestros guías un año, casi nos lleva el río Bompland y casi no podemos cruzar nuevamente. Si no te gusta mojarte, no vayas a Mitre. Después se vuelven en velero, y es otra historia, otra aventura que contaremos otro día. En fin, no podemos llevar comida para tantos días para un promedio de 9 personas por expedición sin apoyo logístico. Acá no se trabaja con mulas o Sherpas. El terreno es tremendamente húmedo, muy irregular, y uno tiene que estar atento todo el tiempo por donde está pisando. Robando la frase de Messner; es montañismo horizontal. No hay sendas, seguimos huellas de animales si lo hay y, cada año, se mejoraron las pasadas… el primer grupo la verdad que lo tenemos que aplaudir. Unas pasadas fueron dignas de Rambo.
Así fue como empezamos.
Para nuestra primera expedición, teníamos que abastecer 4 puntos claves. Hicimos un abastecimiento previo en velero en 2 lugares estratégicos. El velero de Miki zarpó de Ushuaia un día de noviembre y había que contar 4 días para hacer todo. Dos de ida, dos de vuelta.
Hicimos este viaje en velero con un capitán aguerrido que nos permitió desembarcar en Bahía Sloggett (significa Todos Juntos en Yugoslavo) con un contingente de amigos , dos tachos enormes , unas palas y dos mochilas llenas de víveres. Caminamos por la playa e hicimos dos pozos gigantes a unos 10 metros de una laguna. Eso fue un error monstruoso del cual aprendimos; después de tantos esfuerzos para enterrar tanta comida y bebida, supimos un mes después que nuestros tachos terminaron flotando en el río López, y fueron rescatados por un caminante y un gaucho que por lo menos pudo aprovechar el frescor de una cerveza…Perdimos todo. Muy mala nuestra. Acá los ríos son imprevisibles. Desbordan. El caudal se lleva todo. Y si no es el río directamente, son las napas freáticas que levantan los tachos (en otra ocasión enterramos un tacho en un turbal. No tenía ningún río al lado, pero la turba en sí es una reserva de agua! Un día apareció nuestro tacho mostrando su cabecita tal un submarino con dos ramitas encima en el medio del turbal) Volvemos a los tachos que se llevó el río: eso implicó que tuvimos que mandar dos porters con nosotros en la expedición para adelantar víveres. Venían bastante cargados pobres, y lejos de tener lo que teníamos en los tachos, en un terreno muy irregular y difícil para los tobillos y rodillas. No nos deja nunca tranquilos. Después con el velero, bajamos a Bahía Aguirre. Nuestro destino actual. Bajamos las cajas de víveres sin problemas y nos esperaron hasta enero. Ahora no dejamos más nada en el refugio. La mayoría de la gente respeta los efectos de otros, sobre todo los caminantes, pero uno no puede permitirse demasiada confianza porque comete un error y no come todo un grupo durante días. Ahora tenemos la comida en unos tambuchos y baldes, lejos del puesto donde nos quedamos y tan tapados que ni los zorros los pueden alcanzar.

Después de esta primera expedición con velero y porters y nosotros cargadisimos, decidimos contratar a Luis, el único habitante permanente de la Península. Un gaucho aguerrido en el cual confiamos para dejar nuestros víveres. Vive en un rancho a dos días de Prefectura Moat. Antes para arreglar el trabajo con él teníamos que mandar mensajes que él veía solo en Prefectura, ahora, Luis tiene Starlink… Las cosas cambian. Para este trabajo lleva con su montura un caballo portero. En total podría llevar hasta 80kg. Siempre mandamos menos. Tiene una vizcachera de bolsa de papas, que se ingenuo el mismo el y otra hecha con una sogas a la medida de los tachos que llevamos. Va un tambucho de cada lado del caballo. El tiene que ir super equilibrado para evitar accidentes. Repito que la costa de MITRE no es nada fácil. Los lleva hasta Bahía Sloggett donde nos encontramos después de 3 días de caminata, la comida de los primeros días se reparte entre todos, obviamente los guías llevan mucho más. Y ahí en Bahía Sloggett, empieza una odisea para reorganizar la comida y cruzar lo que necesita un grupo y dejar lo que usa el otro. Durante los dos primeros años el cruce de este río fue un dolor de cabeza: siempre estábamos a la merced de su caudal y de la altura del agua. Si estaba muy alto había que caminar dos kilómetros hacia arriba y ver el lugar de vadeo que tampoco siempre estaba garantizado, si una vez lo cruzamos corriendo en la desembocadura pero fue excepcional! Si queríamos cruzar por la desembocadura, tenias que tener un barco si o si. Acá el agua está fría, ya es la salida del Canal Beagle, estamos a 1000 km de Antártida. Nadie va a nadar hasta la otra orilla. Hicimos un intento de dejar un barco, el primer año el viento estaba tan violento que levantaba arena y piedras; inútil decirles que la gente no estuvo motivada por nuestra pequeña navegación y nosotros tampoco. El año siguiente, nuestro barquito había desaparecido. Los remos estaban colgados en la única casa de chapa de la playa. Había unos buscadores de oro que tenían nuestro barco. Roto. Anda saber lo que pasó. Necesitábamos mejorar nuestros escondites, alejarnos del agua que levanta todo aun donde uno piensa que no llega nunca. A lo largo de los años mejoramos muchísimos esto de los fondeos y porteos. En Bahía Sloggett, voló Seba con un avión increíble, todo de tela como los de Alaska. Aterrizó en solo 60 metros de playa. Corrió a un sitio y enterró nuestro barco, 50 kg de víveres divididos en dos tachos. Uno para cada expedición. En solo 2 horas de operación. ¡¡Increíble!!
Luego de todo esto, hicimos un porteo humano y volvemos a las raíces contratando a Luis que llevó cosas a caballo, asegurándonos que cada fondeo tenga más que suficiente víveres extra para las futuras expediciones. En los lugares más insólitos tenemos ollas, parrillas,hasta ropa de emergencia y comida para siempre ir más liviano. Cuando llegamos a un sitio de acampe nuestro placer es…ir a buscar nuestro tambucho. Y encontrarlo exactamente donde estaba. Sin que lo haya pateado un toro o levantado un río.
Eso dará pie a otra historia…que diablos se come en una expedición! ¡Hasta la próxima!